Hace unos días, me llegó un video sobre las formas como hemos venido interactuando con la tecnología.  Inevitablemente, no pude dejar de pensar que nuestras realidades se están haciendo cada vez más virtuales.  No sólo estamos llenos de “amigos”, también tenemos seguidores y nuestras fotografías ya no corresponden a esos momentos para el recuerdo, sino que hacen parte de lo que queremos aparentar y “mostrar”, ya no es la sonrisa espontánea o el momento único sino la puesta en escena de una vida idealizada y artificial.   Ya no está la adrenalina de la espera por ver si salgo en la foto con los ojos cerrados,  ahora mi momento feliz pasa por un casting de mínimo 10 fotos antes de escoger esa que me hace ver bien.

Los seres humanos nos hemos ido deshumanizando en una carrera por vendernos: el filtro, el estilo de vida idealizado y el like nos han convertido en seres adictos a la adulación y esto me lleva a que no  puedo evitar recordar el cuento del Traje del Emperador en donde la opinión de todos cegaba nuestro juicio y nuestra razón.  Todos nos hemos puesto en la tarea de depender de nuestros dispositivos, hemos perdido el sentido del contacto y, sin excepción, ya no concebimos la vida sin el aparatito.

Yo misma me declaro culpable,  mi Smartphone es mi oficina portátil: todo lo que necesito está ahí guardado;  las redes sociales me han salvado de perdérmele a mis amigos porque, así sea con un emoji,  les hago presencia;  la posibilidad de aburrirme para darle paso a la creatividad, se está perdiendo porque para eso está el juego,  la biblioteca de libros, la colección de música y la aplicación de videos… Nos hemos vuelto esclavos de un aparato que debería liberarnos de las barreras de la distancia.  En un mundo que se supone debe acercarnos más fácil a la información y acortar distancias, nos vemos enfrentados a brechas emocionales: nos apartamos del otro 50 centímetros que se convierten en millas de wifi, nos ponemos máscaras pixeladas y le impedimos al otro ver la realidad de quienes somos... qué clase de amistad es la que forjamos cuando fingimos lo que somos y queremos? Por qué tenemos que mostrar algo que no vivimos? Cuál es nuestra necesidad de exposición? Por qué cambiar relaciones reales por admiración mediática? Por qué perdernos la oportunidad de disfrutar? Algo está fallando y corresponde a una carga del 100%...

Ustedes dirán que es irónico que yo, una incipiente columnista de un blog, esté hablándoles de la esclavitud virtual, pero quiero decirles, que esta es la bondad que no quisiera perder: la posibilidad de que mi pensamiento pueda transmitirse más allá de lo que nunca soñé; la posibilidad de que personas que nunca me han visto puedan compartirme su punto de vista, sin importar en donde estén;  la  posibilidad mágica de encontrarnos en una pocos bytes.

Hoy quiero decirles que abracemos la tecnología como una herramienta y  una posibilidad pero que recuperemos la vida:  ver el amanecer con nuestros ojos y no con un filtro;  tomarnos una cerveza con los amigos, sin necesidad de la foto para publicar; TENER AMIGOS, esos que tú puedes abrazar, que puedes visitar.  La vida está alrededor de ti y tu pantalla, no necesita enchufe para cargarse, sólo necesita de tu presencia y tu participación.  VIVAMOS!!    Que la carga no se agota sino hasta el momento de decir adiós al plano físico.

THE HUMAN TO THE SERVICE OF THE TECHNOLOGY

A few days ago, I received a video about the ways how we have been interacting with the technology. Inevitably, I couldn’t let to think that our realities are becoming each time more virtual. Not only we have a lot of “friends”, also we have followers and our pictures do  already not correspond to those moments to the memory, rather those have part of what we want to pretend and “show”, now it is not the spontaneous smile or the special moment rather the staging set of an idealized and artificial life. It is not the adrenaline of waiting to see if I come out in the picture with my eyes closed. Now my happy moment pass by a casting of minimum 10 pictures before I chose which makes me look well.

The human beings have gone dehumanizing in the race for selling us: the filter, the ideal lifestyle and the like, these have become us in addicted beings to the adulation and it leads me that I can’t avoid remembering the tale of the Emperor’s suit where the opinion of all blinded our view and our reason. Everyone has put in the task of depending in our devices, we have lost the sense of contact and, without exception, we already not agree the life without the device.

I declare guilty to myself; my smartphone is my handheld office: all what I need is kept there; the social networks have safe me of missing to my friends because, whether with a Emoji, I make presence to us, the possibility to bore to give pass to the creativity it has been lost because for that is the game, the library of books, the collection of music and the videos app… We have become slaves of a device which should get free us from the barriers of the distance. In a world which suppose must contact us easier to the information and to do shorter the distances, we look ourselves faced to emotional gaps: are we withdrawing from other 50 centimeters which become in Wi-Fi miles, are we wearing pixel masks to block that the other may watch in reality what we are? What is kind of friendship what we formed when we pretend what we are and what we want? Why have we showed something that we haven’t lived? Which is our necessity of exposition? Why would we chance real relationships for mediatic admiration? Why are we losing the possibility to enjoy? Something is failing and correspond to a charge of 100%...

You might say that is ironic that me, a columnist incipient of a blog, I am talking about virtual slavery, but I want to say to you, that is the goodness which I don’t want to lose: the possibility of my though might transmit beyond that I’ve ever dreamt; the possibility of what people have never seen me might share their point of view, without matter where they were; the magic possibility of meeting them in a little bytes.

Today I want to say to you that we hug the technology as a tool and a possibility, but we recover the life: to watch the sunrise with our own eyes and not with a filter; drink a beer with friends, without the necessity to post the picture; TO HAVE FRIENDS, those whom you can hug, whom you can visit. The life is around you and your screen, it doesn’t need outlet to charge, just it needs your presence and your participation.!! LIVE!! What charge is not over, although the moment to say goodbye to the physical plane.